La limpieza de la piel: empieza por lo básico.
Cuando hablamos de cuidado de la piel, hay que tratar de no complicarse y elegir una rutina simple pero efectiva, teniendo en cuenta la necesidad de tu piel en ese momento. Actualmente, estamos expuestos a muchos productos y tendemos a querer incluirlos todos y, esto, a veces no es lo que tu piel necesita, por el contrario puede ser contraproducente.
Iremos hablando sobre los distintos pasos de la rutina, pero hoy hablaremos sobre uno que es imprescindible y que no podemos saltarnos ya es la base de cualquier rutina de cuidado diario: la limpieza.
Cuando vayamos a elegir un limpiador, debemos tener en cuenta que no sólo debemos elegir el que limpie mejor, sino el que además respete tu piel. No cualquier limpiador vale para todas las pieles ni para todas las estaciones del año. Va a depender de lo que necesita tu piel para elegir el adecuado. De nada vale que lo que apliquemos después sea muy nutritivo si el primer paso nos deja la piel muy deshidratada.
Doble limpieza, ¿sí o no?
La limpieza la debemos hacer SÍ O SÍ, aunque no nos hayamos maquillado. La doble limpieza se puede realizar sólo de noche, por la mañana es suficiente con un limpiador de base acuosa.
Limpieza de día: Por la noche nuestra piel genera sudor, grasa y quedan restos de los productos aplicados por la noche.
Limpieza por la noche: A lo largo del día nuestra piel está expuesta a la polución del ambiente, sudor, exceso de grasa, restos de protector solar, maquillaje. Esto hace que los poros puedan quedar obstruidos y formar puntos negros o granitos.
Doble limpieza: paso 1 y 2
Primer paso: aceite, bálsamo, leche demaquillante. Se aplican siempre en seco y luego se realiza un pequeño masaje por todo el rostro incluidos los ojos. Recuerda buscar aceites formulados para la limpieza de rostro. Evita aceites como el de coco porque es comedogénico.
Segundo paso: emulsiones, geles, jabones, espumas.
Pieles secas o sensibles: buscar limpiadores con base en aceite. En el caso del limpiador de base acuosa, elegir uno suave con base crema o gel.
Pieles grasas: elegir limpiadores con base acuosa jabón para rostro o con espuma.
El aceite limpiador/bálsamo como primer paso sería perfectamente válido para ambos tipos de pieles.
Consejos:
Mientras realizas la limpieza, masajea los bálsamos o aceites con las manos. A la vez que la demaquillas estimularás la circulación y relajarás el rostro.
Retira los productos de limpieza con algodones reutilizables, toallas o muselinas y agua templada o tibia. Al retirar el producto, los movimientos deben ser suaves, nada de friccionar la piel.
Sécala delicadamente con una toalla que sea de uso exclusivo para el rostro.
No olvides limpiar los algodones, toallas o muselinas a diario.
Es importante luego de la limpieza usar un tónico para equilibrar el Ph de la piel y ayudar a que los demás productos de la rutina tengan un mejor efecto.
Cuéntame, ¿realizas religiosamente tu ritual diario de limpieza?